Cerca de Santiago de Chile
- mariadelacruzg
- 24 feb 2015
- 4 Min. de lectura
¿Te aburres en Santiago, no te queda nada por ver? A no demasiada distancia de la capital hay cuatro increíbles lugares que no puedes dejar de visitar: Las vecinas Valparaíso y Viña del Mar, Isla Negra y el Cajón del Maipo.

Valparaíso, la “Joya del Pacífico” es una ciudad de ensueño. No por nada ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Tiene un alma peculiar que hace que, o bien la odies sin remedio, o la ames locamente. A mí me pasó lo último. Desde el instante en que divisé la primera casa coloreada en esa maraña de edificios colocados sin orden ni concierto.

Ya lo decía Pablo Neruda, en su Oda a Valparaíso: “Valparaíso, qué disparate eres, qué loco, puerto loco, qué cabeza con cerros, desgreñada, no acabas de peinarte, nunca tuviste tiempo de vestirte, siempre te sorprendió la vida, te despertó la muerte en camisa…”.

Valparaíso, o Valpo para los amigos, es una locura de cerros que suben y bajan, de casas ubicadas en un delicioso desorden, unas encima de otras, cada una de un color, desteñidas, pulidas o marchitas. No vale la pena decir, punto por punto, qué ver o hacer: No iría acorde con la personalidad de una ciudad que es todo caos, y maravillosa anarquía de formas y aromas.

Así que, piérdete recorriendo sus cerros, subiendo, bajando, explorando. No hallarás nada que haga que te arrepientas. Cerro Alegre, Cerro Concepción, Cerro Bellavista y el Museo a Cielo Abierto son mis lugares preferidos (y los de muchos otros). Mantén los ojos bien abiertos mientras recorras estos lugares, porque encontrarás pequeñas sorpresas en forma de murales coloridos, poesías en el suelo y cafés con vistas inigualables. Y es que es la Bohemia hecha ciudad.

Piérdete también en los recovecos de la casa de Neruda en Valparaíso, la “Sebastiana”, repleta de colores, curiosidades y objetos maravillosos que una vez poblaron la vida del poeta. En sus ventanas se cuela el océano Pacífico; es lo que hizo al poeta amar este lugar, si cabe tanto como amó a su “chascona”, Matilde Urrutia.

Otros lugares que vale la pena visitar: el Puerto, la Plaza Sotomayor y la Plaza Victoria. Montar en cualquier micro se convierte en un viaje en el tiempo, además de una experiencia límite. Como anécdota, te cuento que un conductor de micro llevaba pegatinas por todo el vehículo que decían “kamikaze”. Te harás una idea de por qué… Conducía con las puertas abiertas, a toda velocidad, y vi literalmente volar a un anciano con su cesta de la compra incluida.

Cualquier paseo por esta ciudad equivale a tele transportarse a un estilo de vida de hace décadas. Ah, por cierto, en el Museo Naval y Marítimo encontrarás una curiosidad: la cápsula de los 33 mineros (y podrás hacerte una foto adentro). Y, por favor, no se te ocurra marcharte de Valpo sin probar una chorrillana en J Cruz, uno de los restaurantes más tradicionales de la ciudad porteña. Como punto negativo, puede decirse que es una ciudad bastante sucia. Pero su aspecto vetusto, sucio y decadente es lo que enamora de veras. Y yo declaro una y mil veces mi amor a Valparaíso.

Y, ya que estás en Valparaíso, toma una micro que te lleve hasta Viña del Mar. Playas, playas, playas. El océano Pacífico en todo su esplendor. Reñaca, la Quinta Vergara, el Jardín Botánico Nacional. Es un lugar para relajarse, para comer bien, y para dar largos paseos sin fin por la costa. El Reloj de Flores es uno de sus mayores atractivos: un reloj totalmente hecho de plantas y flores, que se ha convertido en la imagen más típica de Viña del Mar.

Viniendo de un país es geográficamente imposible ver un atardecer en la playa –aunque sí que se puede contemplar un amanecer, el que tenga ganas de madrugar-, debo decir que una de las primeras cosas que hice fue sentarme a orillas del Pacífico, y esperar a la puesta del Sol. Es de esas cosas sencillas que te dejan sin palabras…

Y, quedándonos en el litoral central, ¿por qué no te das un paseo hasta Isla Negra? En esta pequeña localidad está la tercera casa de Pablo Neruda (junto a la de Santiago y la de Valparaíso), y la que se dice que era la preferida del poeta. Él mismo dijo: "Compañeros, enterradme en Isla Negra/ frente al mar que conozco, a cada área rugosa de piedras/ y de olas que mis ojos perdidos/ no volverán a ver".

Cuando uno contempla el maravilloso paisaje de las olas del Pacífico rompiendo contra las rocas, de forma salvajemente inolvidable, entiende el amor de Neruda hacia este lugar. Tiene algo mágico, algo especial. Piérdete caminando por la costa entre rocas y gaviotas, sin más sonido que el del furioso océano. Ah, y si tienes tiempo y ganas de sorpresas, pregunta por la Nave Imaginaria. Solo llama a la puerta, entra… y déjate sorprender.

Vale, estás un poco cansado de mar y playa. Pues es el momento de visitar el Cajón del Maipo, un paraíso a pocos km de Santiago, en plenos Andes. Si tienes tiempo, quédate más de un día y pasa la noche en alguna cabaña. Visita el Monumento Nacional El Morado, el Embalse El Yeso, las termas de Baños Morales o la Cascada de las Ánimas. Haz trekking, una cabalgata, canopy, kayak, rafting… Aprovecha cualquier oportunidad de descubrir este paraje natural sin igual.

Por supuesto, esto no es más que un pellizco de información. Hay mucho más que ver cerca de Santiago, infinito por descubrir. Te animo a perderte una y mil veces, y amar Chile tanto como lo hice (como lo hago) yo.

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