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Paris est une fête

  • Foto del escritor: mariadelacruzg
    mariadelacruzg
  • 6 may 2015
  • 7 Min. de lectura

Quizás París sea la ciudad sobre la que más se ha escrito, hablado y dibujado a lo largo de la historia. La ciudad del amor, de la moda, de las luces. La capital del gourmet y el buen gusto. Tanto tópico puede llevar a pensar que puede que sea demasiado, que a lo mejor, París no es para tanto. “Pues vaya chasco”.

Jardines de Luxemburgo

La primera vez que fui a París, llevaba esa idea en la cabeza. Tantas veces me ha pasado eso de elevar mis expectativas, y que luego estas se estrellaran en el suelo de la realidad… Pero, rotundamente, puedo decir que SÍ, que París es la ciudad más bella en la que he estado. Y que ES todo lo que se dice de ella, y aún más.

París bajo la niebla. Desde Montmartre

Las siguientes veces que tuve la suerte de pasear por sus calles, siguió sorprendiéndome con sus mil caras y facetas. Y es que, no por nada se dice que “Paris será toujours Paris” (o “París será siempre París”). Os propongo que me acompañéis en un recorrido de 6 días por la Ciudad de la Luz y sus alrededores. ¿Empezamos?

Muro de los "te quieros", Montmartre

Llegaríamos a uno de los tres aeropuertos de la capital francesa: Charles de Gaulle, el más grande y cercano a la ciudad; Orly, algo más lejano, pero bien comunicado; y Beauvais, el peor comunicado y más lejano, y (sorpresa) adonde llevan la mayoría de compañías low-cost. Mi inseparable Ryanair siempre me lleva allí y, si bien es cierto que es algo odisea llegar a París desde allí, el ahorro es considerable.

Mapa de París

En París hay tantos alojamientos como bolsillos. Así que sin cama, no nos vamos a quedar. Aunque en una capital tan vibrante y sorprendente, lo que menos apetece es irse a dormir. Como muchas ciudades, París se estructura en torno a un río, el Sena, del que tan orgullosos se sienten los parisinos. Y una y otra orilla son bien diferentes. La orilla izquierda (o “rive gauche”, el sur de la ciudad) ha sido tradicionalmente considerada como la zona bohemia, artística e intelectual. La orilla derecha (o “rive droite”, la parte norte) posee un nivel de elegancia y sofisticación de la que su vecina, supuestamente, carece.

DÍA 1

Después de desayunar en uno de los cafés tradicionales (hay miles, para todos los gustos, y en ellos aún queda un regusto a tertulia literaria), quizás con una baguette bajo el brazo para el almuerzo, nos dirigimos al icono de París por excelencia, la Torre Eiffel, junto a los Jardines de Trocadero y los Campos de Marte. Es uno de los monumentos más visitados del mundo, aunque podría haber sido muy diferente, porque en principio se pensó en erigir una guillotina gigante, en conmemoración de la Revolución Francesa. No sé yo si hubiera tenido tanto éxito, la verdad… Las vistas desde arriba son impresionantes, pero te aconsejo que no pierdas ni tu tiempo, ni tu dinero ni tu paciencia, pues vistas de la ciudad hay muchas, mejores y más baratas…

La Torre Eiffel, eterna vigía de París

Así pues, vamos a disfrutar de las vistas más impresionantes de la ciudad, en lo alto de la Torre Montparnasse. ¿Por qué son las mejores? Porque es el único lugar del que se puede disfrutar de la preciosa estampa, sin que se vea el edificio más horrendo de la ciudad… ¡la propia Torre Montparnasse!

Metropolitain, o metro de París

Con la memoria de la cámara considerablemente más vacía, volvemos a la ribera del Sena, para dirigirnos al Palacio Nacional de los Inválidos. Esta impresionante estructura, digna de visitar, alberga en su interior la tumba de Napoleón Bonaparte. Fue construido, en principio, como residencia para militares y soldados franceses retirados, lisiados o ancianos. De ahí el nombre…

Los Inválidos

Ya se nos ha ido buena parte de la mañana, así que podemos optar por seguir paseando por la ribera del Sena (nos encontraremos con uno de los puentes más impresionantes, el Pont Alexandre III) y sentarnos en la terraza de cualquier bistró o brasserie para almorzar. En la zona, para los amantes de la escultura, está el Musée Rodin, dedicado a la obra del artista.

Desde el Puente Alexandre III

Cruzamos a la orilla derecha, y aparecemos en la avenida más emblemática de la ciudad (y una de las más famosas del mundo), los Campos Elíseos, con casi 2 km de longitud. Aquí están las tiendas más caras, y algunos edificios que vale la pena visitar, como el Petit Palais. Al final de la avenida, está el famoso Arco del Triunfo, desde cuya cúspide se puede disfrutar también de unas maravillosas vistas (sobre todo, de noche).

Jardin des Tuileries

Al otro extremo de la avenida, está la Plaza de la Concordia, con el famoso obelisco, y los Jardines de las Tullerías. ¿Qué tal si compramos un crêpe o un gofre en cualquier puesto callejero, y nos sentamos a descansar en los jardines? Al principio de las Tullerías, está el famoso Museo del Louvre, que ya es un poco tarde para visitar, así que lo dejamos para otro día. Pero sí podemos disfrutar de la imagen de sus famosas pirámides.

Musée du Louvre

Para terminar el día, ¿qué tal un paseo nocturno por el Sena en uno de los bateaux-mouches, o “barcos mosca” que surcan sus aguas?

DÍA 2

Descansados del día anterior, vamos a visitar otro de los iconos de la ciudad, la Catedral de Nôtre Dame de París, en plena Île de la Cité. Es un edificio impresionante, cuyo interior vale la pena visitar. Además, podemos subir a las torres, desde donde se puede contemplar la ciudad en toda su inmensidad, así como las famosas gárgolas. E imaginarnos, de paso, cómo sería la vida del Jorobado de Nôtre Dame.

Catedral de Nôtre Dame

También en la Île de la Cité están la Conciergerie, antigua prisión parisina, y la Sainte Chapelle. En esta última, están las vidrieras más impresionantes del arte Gótico. Si cruzáramos a la Île Saint-Louis, mucho más pequeña que su vecina, nos encontraríamos con un ambiente mucho más tranquilo y relajado, menos turístico. Es muy agradable pasear por sus calles y mirar los escaparates.

Cimetière de Montmartre

Regresamos sobre nuestros pasos caminando a orillas del Sena, entre los Bouquinistes, o puestos de antigüedades, y nos adentramos en el Barrio Latino. Antes de entrar, visitamos la famosa librería Shakespeare & Company. Es un lugar digno de visitar, representante de la Bohemia parisina, y un alto ineludible en el camino.

Shakespeare & Company

El Barrio Latino es el tradicional barrio universitario. Aquí las calles se hacen estrechas, y los precios bajan. Es ideal para almorzar, y para tomar una copa al caer la tarde. Echamos un vistazo a la sede de la Sorbona, en la que cualquiera quisiera estudiar. Luego, nos encaminamos al majestuoso edificio del Panteón, con su impresionante cúpula.

Les Bouquinistes, a orillas del Sena

Bajamos por el Boulevard Saint-Michel, para terminar el día en los magníficos Jardines de Luxemburgo, un oasis en el corazón de la gran urbe, donde los parisinos se relajan los fines de semana.

Jardines de Luxemburgo

DÍA 3

Por la mañana, aprovechamos para visitar el Museo del Louvre. La “Gioconda” es la obra más célebre que alberga este museo, pero no la única. Además, este cuadro está SIEMPRE rodeado por cientos de turistas, de forma que el contemplarlo puede llegar a ser estresante. Harían falta varios meses para recorrer el museo en su totalidad. Como solo disponemos de una mañana, habrá que ser más selectivos.

Plaza de la Concordia

Con una sobredosis de arte en vena, nos encaminamos por la Avenida de la Ópera, al famoso edificio de la Ópera de París, o Palais Garnier. Hacemos un alto en la glamourosa plaza de la Vendôme, donde están ubicadas tiendas que posiblemente se escapen de nuestro presupuesto, además del famoso Hotel Ritz, donde se alojaba Coco Chanel.

Opéra - Palais Garnier

En la zona está también la Iglesia de la Madeleine, de estilo griego, con sus escalones siempre llenos de coloridas flores. Cerca de allí, está el emblemático (y caro) Café de la Paix, del que eran asiduos Émile Zola y Guy de Maupassant.

DÍA 4

Hoy disfrutaremos de dos realidades artísticas contrapuestas. En primer lugar, bien temprano en la mañana, para no tener que aguantar colas interminables, nos dirigimos al Museo d’Orsay, donde están las obras más emblemáticas del arte Impresionista. Si os gustan Monet, Manet y Van Gogh, pasaréis varias horas recorriendo este museo.

Junto al Centro Pompidou

Por la tarde, visitamos el Centre Pompidou, de arte contemporáneo. Una visita interesante y, en cierto modo, refrescante. La construcción del edificio fue muy controvertida y criticada por los vecinos de la zona, y cuando veáis el exterior del museo comprenderéis por qué. En la plaza junto al museo, siempre hay exhibiciones de arte callejero, música y un ambiente muy animado.

Jardines de Luxemburgo

Estamos muy cerca del barrio judío de París, Le Marais, donde hay numerosas tiendas de segunda mano. Podemos pasear, y encontrar lugares como la pintoresca Place des Vosgues, donde vivió Víctor Hugo, y el museo dedicado a Picasso.

DÍA 5

Hoy aprovechamos para salir de la ciudad. Os propongo dos alternativas: el maravilloso Palacio de Versalles o la casa de Monet, en Giverny (esta última solo abre de abril a octubre). Ambas son visitas ineludibles. El Palacio de Versalles, a 20 km de la ciudad, con su magnífico interior y sus preciosos jardines, que disfrutaremos especialmente en primavera.

Jardines de Versalles

Y la pintoresca casa de Monet, con unos espléndidos jardines en los que, a medida que paseéis, iréis descubriendo la inspiración del artista en este “paraíso impresionista” de naturaleza y nenúfares. Se encuentra a unos 70 km de París, aunque la distancia se reduce mucho gracias a la buenísima infraestructura de trenes de Francia, con el TGV.

Jardines de la casa de Monet, Giverny

DÍA 6

Es nuestro último día en París. Así que visitaremos el barrio predilecto de muchos (entre los que me incluyo): Montmartre. La zona más bohemia de París era un lugar prácticamente desconocido hasta que la película Amélie lo popularizó. De hecho, el Café des Deux Moulins donde trabajaba Amélie Poulain, es uno de los lugares más visitados.

Montmartre

Antes de subir los escalones que nos llevarán hasta el corazón de Montmartre, caminaremos por la zona de Pigalle, donde nos topamos con el famoso cabaret del Moulin Rouge.

Moulin Rouge

En Montmartre respiramos el alma de París. Hay que perderse entre sus calles adoquinadas e imaginarse cómo sería la vida allí en plena Belle Époque. Por supuesto, visitar la Basílica del Sagrado Corazón es un “must”, igual que pasear entre los pintores de la Place du Tertre, a medida que estos os hacen presupuestos improvisados para un retrato.

Place du Tertre

Si te gusta la obra de Dalí, puedes visitar el Espacio Dalí, dedicado al artista. Pero, como os digo, lo mejor es perderse por las calles de Montmartre, y dejarse sorprender con lo que esconden los rincones de este lugar, donde se esconde el alma del auténtico París…

Carousel de Montmartre

Despertamos, poco a poco, de este sueño. Ya está. Hasta aquí llega nuestro viaje. Pero no importa. Cada vez que queramos regresar allí estará esperándonos, imperturbable. Y es que… « Paris le jour, Paris la nuit, au soleil ou sous la pluie, Paris será toujours… Paris ! » (”De día, de noche, bajo el sol o la lluvia, París será siempre… París”).

 
 
 

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