Ruta por el valle del Loira
- mariadelacruzg
- 22 jul 2015
- 6 Min. de lectura
Tuve la inmensa suerte de poder vivir un año en la ciudad de Angers, en pleno valle del Loira. Es una de las zonas más bonitas de Francia (que ya es decir), y me dio la oportunidad de moverme por la zona, y hacer una ruta por los castillos del Loira, pero de varios meses de duración.

Hoy os propongo un recorrido algo más condensado en el tiempo, para ver lo mejor desde París hasta Nantes. ¿Os apuntáis? Lo ideal es alquilar un coche en París para poder visitar el mayor número de castillos, y acceder a estos fácilmente (tarea nada fácil en transporte público). Si no, el TGV ofrece un caro pero impecable servicio, con sus trenes de alta velocidad en toda Francia. Por supuesto, también podéis recorrer el valle del Loira en bicicleta (experiencia que pienso hacer alguna vez en mi vida).
1. Blois
La primera parada del viaje es Blois, una pequeña y encantadora ciudad. Lo primero de todo es entrar a la oficina de turismo, que se encuentra justo enfrente del castillo. Las entradas a los castillos no son precisamente baratas (todas cuestan alrededor de 10 euros), pero si tenéis pensado visitar varios, quizás os interese el pack que ofrecen, precisamente, en esta oficina.

El Castillo Real de Blois es una buena muestra de la vida de la Corte francesa en el Renacimiento. Vale la pena visitar su interior (igual que en otros castillos es más bien prescindible). Pero Blois es una ciudad preciosa en sí misma (más allá del castillo). El centro de la ciudad es de cuento, con sus callejuelas estrechas y sus edificios gemelos.

Podéis (más bien debéis) probar la especialidad de la región, la tarte tatin, una variante de la tarta de manzana en la que, antes de incorporarlas a la masa, las manzanas son caramelizadas con mantequilla y azúcar. Bon appétit! Lo ideal es alojarse en esta ciudad o en sus alrededores, ya que las siguientes paradas del tour están muy cerca de Blois.
2. Chambord
El castillo de Chambord es uno de los más populares de toda Francia. Fue creado como un símbolo del esplendor de la Corona francesa. Es majestuoso por dentro, y por fuera. Los interminables jardines (unas 5000 hectáreas) son preciosos en cualquier estación del año.

Vale la pena subir a las terrazas del tejado, y ver el impresionante trabajo de las torres. Y la escalera de doble hélice es… una pasada ¿Creéis que los Reyes de Francia usaron semejante prodigio arquitectónico? Iban solo para cazar. Una o dos semanas al año, a lo sumo.
3. Cheverny
No muy lejos de Chambord se encuentra el castillo de Cheverny… ¡el de Tintín! Actualmente, pertenece a la nobleza y está perfectamente conservado por fuera… y por dentro. Vale la pena entrar, por ver lo estupendamente amueblado que está (el que mejor de los que visité). Realmente, está decorado con todo lujo de detalles. Hay también una exposición de Tintín que puede visitarse por unos 5 euros.

4. Amboise
Es la ciudad gemela de Blois, pues están realmente cerca. Es muy pequeño, y el centro es igual de bonito que el de Blois. Sobre el Loira, en lo alto de una colina, se erige el Castillo Real de Amboise. No entré, así que no puedo deciros si el interior vale o no la pena…

Donde sí entré fue al castillo de Clos-Lucé, la última residencia de Leonardo Da Vinci. Dentro hay una buena muestra de los inventos de este genio, así como una exposición dedicada a su vida y obra. La entrada es cara, eso sí (14 euros).
5. Chenonceau
Los jardines de Chenonceau en primavera son un espectáculo digno de contemplar. Este es el más refinado de los castillos que visité, con la famosa galería que cruza el río Cher de una orilla a otra. Delante, jardines geométricos repletos de flores de colores. Y un paseo con árboles altísimos que enmarcan la elegante estructura.

El interior está decorado con todo lujo de detalles. Su estilo es tan femenino porque sus habitantes fueron, sobre todo, mujeres. Diana de Poitiers, Catalina de Medici con sus hijas… La huella de todas ellas sigue vigente en este castillo, que merece totalmente una visita.

6. Tours
Si queréis hacer una pausa entre tanto empacho de castillos, la parada en Tours es recomendable. Es una ciudad pequeña, pero con muchas cosas que hacer. La catedral es magnífica, una obra arquitectónica que deja con la boca abierta. El “Vieux Tours”, o casco histórico de la ciudad, tiene mucho encanto. Tenéis que pasear por las calles adoquinadas hasta la plaza Plumerau (con sus emblemáticas fachadas gemelas).

7. Azay-le-Rideau
El castillo de Azay-le-Rideau es uno de los más pequeños y, en mi opinión, el más especial de todos. Creo que tiene que ver el reflejo del castillo sobre el río Indre, el hecho de que esté ubicado en una especie de isla, el reflejo del sol sobre los colores otoñales, el momento en que lo visité. En fin, juzgad por vosotros mismos. La visita es 100% recomendable.

8. Saumur
La pequeña localidad de Saumur es conocida no solo por su imponente castillo a orillas del Loira, sino también por ser un paraíso para los amantes del vino (y del buen comer). Está repleto de edificios que son Patrimonio Histórico y bodegas que se pueden visitar (con degustación incluida). El castillo ha sido cuartel militar, e incluso prisión, en tiempos de Napoleón. Saumur es un soplo de aire fresco, un alto en el camino.

9. Angers
Aquí no puedo ser imparcial. Un año viviendo en Angers, donde pasé algunos de los mejores meses de mi vida, hace que hable de esta ciudad como una madre lo hace de sus hijos. Angers no es ni muy grande, ni muy pequeño, encantador; la puerta de entrada al valle del Loira.

Es famoso, sobre todo, por el castillo de los duques de Anjou, del S.XIII, que tiene aspecto de fortaleza. En sus muros aún resuena el eco de batallas, amores prohibidos y sueños de poder. Tiene la colección de tapices medievales más grande del mundo, entre los que destaca el célebre tapiz del Apocalipsis. Visitarlo cuesta 8.50 euros.

También puedes optar por pasear por los hermosos jardines a los pies del castillo... o cruzar el pont du Verdun para caminar por la orilla del río Maine, hasta llegar al Lac de Maine. Una experiencia refrescante. Volviendo hasta el centro, encontramos la mítica Maison d’Adam, con sus peculiares relieves y su entramado de madera. Un chocolat chaud con croissants? Si el clima permite estar sentados en una terraza, la place Sainte Croix es el lugar indicado. Mi café preferido solía ser: Et le temps s’est art&thé (el chocolate es simplemente, delicioso).

La Catedral gótica de Saint Maurice es imponente, con su colección de vidrieras. También destacan la Colegiata de Saint-Martin, el Museo de Bellas Artes y la Galería dedicada al escultor David d’Angers. ¿Ganas de aire libre? El Jardin des Plantes y el Jardin du Mail.

Aquí podéis probar las galettes bretonnes (Angers también es la puerta de entrada a la Bretaña francesa), los crêpes (cómo no) y, aunque no sea propiamente típica de esta región, la raclette, contundente plato a base de embutido, patatas asadas y queso fundido
10. Nantes
El viaje no estaría completo sin una visita a Nantes, la ciudad de Julio Verne. Es una ciudad un tanto surrealista, diferente al resto, que rebosa ambiente hipster por los cuatro costados. Como aquel a quien vio nacer, Nantes tiene la capacidad de hacer soñar a grandes y pequeños. Y el mejor ejemplo está en la Isla de las Máquinas, donde nos recibe un enorme elefante de 12 metros de altura, que se mueve por propulsión hidráulica. Podéis subir, es una experiencia diferente J En la isla hay muchas más criaturas mecánicas, todas basadas en la obra de Verne.

El castillo de los duques de Bretaña vale más la pena verlo por fuera que por dentro (a no sea que tengáis especial curiosidad por conocer la historia de la ciudad). La catedral es de visita ineludible, así como el Passage Pommeraye. Otra opción es caminar por el Hangar des Bananes (o hangar de los plátanos), donde antiguas naves de almacenes se han transformado en locales, discotecas, cafeterías. También curiosa es la torre de LU, el llamado Lugar Único. Es, ni más ni menos, la antigua fábrica de galletas LU. Y tenéis que subir a la Torre Bretaña. Desde el pub Le Nid (con una decoración muy divertida, por cierto) se obtienen las mejores vistas de la ciudad.

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Puedes pasar un año entero en el valle del Loira y aún dejarás cosas sin ver. Aquí tenéis los 10 lugares que visitar en la región. Yo volvería, sin dudarlo ni un instante. Pays de la Loire, pays des merveilles…
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