Malta, la joya del Mediterráneo
- mariadelacruzg
- 8 oct 2015
- 4 Min. de lectura
En Noruega empieza a apretar el frío, los días grises se suceden, y me puse a mirar entre mis fotos del verano. La nostalgia me invadió al recordar aquel viaje a la azul Malta, el calor, las playas, las noches de fiesta... Entonces me di cuenta de que ¡no había escrito todavía sobre ese viaje!

Así que, dispuesta a subsanar ese error, hoy os hablaré de un país que me sorprendió mucho (en el buen sentido). Prácticamente nadie sabe situar Malta en el mapa. Y es que es realmente pequeño: su superficie es de 316 kilómetros cuadrados. Aquí tenéis la comparación de tamaño entre España y Malta (que es la mancha minúscula). Intenté hacer lo mismo con Brasil, pero entonces ¡ni siquiera se veía!

Es un país formado por tres islas: Malta, Gozo y Comino. En esta última, sus habitantes pueden contarse con los dedos de una mano. Tristemente, por lo que es más conocida es por ser el destino que muchos jóvenes escogen para pasar sus vacaciones y hacer de todo menos estudiar inglés. Y vale que hay mucha fiesta pero... este país que parece anclado en el pasado tiene muchísimo más que ofrecer: impresionantes paisajes, rica gastronomía y un legado histórico maravillosamente conservado.

La mezcla de culturas es una de las cosas que más me llamó la atención. Debido a su posición estratégica en medio del Mediterráneo, ha pasado por manos de fenicios, griegos, cartagineses, romanos, bizantinos, aragoneses, árabes... Para colmo, durante 160 años, fue colonia británica (no se independizó hasta 1960). Así que hoy es un puzle de culturas que se deja ver en el hecho de que en Malta se come pasta y pizza, y se habla inglés y maltés (que procede, ni más ni menos que del árabe).

En un territorio tan pequeño se concentran nada más y nada menos que tres lugares Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO: La ciudad de La Valletta, el Hipogeo de Hal Saflieni y los templos megalíticos de Gozo y Malta. ¿Qué hacer en un país con tantísimo que ofrecer? Que no cunda el pánico...
1. Recorrer La Valleta. La capital de Malta es una pequeña ciudad cuyo centro amurallado fue la fortaleza de los caballeros de la Orden de Malta. Los lugares más atractivos son: la Catedral de San Juan, la Catedral Anglicana de St. Paul (un poco más lejos del centro), los Jardines de Upper Barraca, el Palacio del Gran Maestre, el Museo de Bellas Artes y el Fuerte de San Elmo.
Sin embargo, yo soy de la opinión de que para conocer una ciudad, más vale callejear que encerrarse en un museo. Así que os recomiendo que os perdáis sin rumbo por unas callejuelas con mucho encanto que os recordarán al sur de Italia, y que os dejéis sorprender.

Eso sí, no dejéis de entrar a la Catedral de San Juan, impresionante muestra del Barroco. También es "obligatorio" subir a los Jardines de Upper Barraca, con unas vistas fantásticas sobre la bahía y la ciudad de Vittoriosa.

2. Mdina y Rabat. Estas dos ciudades medievales están prácticamente una enfrente de la otra. Son tan pequeñas que recorrerlas en un día es totalmente asequible.
Mdina fue la capital de Malta en la Edad Media. Recorrer sus calles es toda una experiencia. Recuerdo que me gustó mucho la Catedral, y el tenebroso Museo de la Inquisición. Rabat, la otra joya medieval, es famosa porque en ella se encuentran las catacumbas de Santa Ágata y San Pablo.


3. Visitar las playas. Ir a Malta y no ir a la playa es inconcebible, sobre todo si vais en verano. Algunas son pequeñas y rocosas mientras que otras, como Mellieha Bay, son grandes extensiones de arena blanca.

4. Recorrer ruinas de Templos Prehistóricos. Son innumerables las muestras, pero lo más destacable está en el Templo Hagar Quim y el Hipogeo. Para este último, si viajáis en temporada alta tendréis que reservar las entradas con 3 o 4 semanas de antelación en Heritage Malta.

5. Ir a las islas de Gozo y Comino. Ambas son de visita obligada y fácil acceso desde la isla de Malta. Gozo destaca por la belleza de sus parajes naturales (la estampa más famosa es el Azur Window, un acantilado que la naturaleza y el tiempo se han encargado de modelar en forma de ventana) y por la histórica ciudad de Vcitoria.
En cuanto a Comino, la isla más pequeña (ni siquiera circulan coches en ella), cuenta con la que, en mi opinión, es la playa más bonita de Malta: la Blue Lagoon (Laguna Azul). Mirando la foto, comprenderéis por qué se llama así.

6. Disfrutar de la gastronomía maltesa. Es una de las más ricas y variadas del mundo, con influencias árabes, italianas y españolas. Raviolis (o ravjuli), pizzas, sopa maltesa, pescado a la parrilla... Probad todo lo que podáis, porque no os defraudará. Y, cómo no, el pastizzi, unos hojaldres rellenos de queso ricotta o una pasta hecha a base de guisantes, que se compran en puestos callejeros.

Hay tantísimo que hacer en un país tan pequeño... Es la combinación perfecta de naturaleza, historia y gastronomía. Nada más que añadir. ¿Os he convencido? ¡Nos vemos en Malta!
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